Cajas de recompensas y casinos puestos en la misma balanza. Una de las relaciones que más controversia crea sobre los videojuegos y que lo lleva haciendo durante la última época, cuando este género se ha popularizado entre los jugadores. Una relación que aún no es que quede muy clara si existe de verdad y seguramente sea porque no se ha analizado ni estudiado lo suficiente sobre ella. Pero ya hay estudios que lo están haciendo y que están llegando a esa conclusión, la de que son similares para un gamer a nivel psicológico. Un estudio de la Universidad de Córdoba con Francisco Javier Sanmartín y Juan Antonio Moriana al frente así lo refleja.
Los dos autores, escritores e investigadores españoles no han sido los únicos en colaborar en esta creación, pero son los que la han presentado y los que más han incidido sobre ella. La persona que va a casino y la que juega a un videojuego con lootboxes experimenta emociones parecidas al jugar. “Las lootboxes tienen una mecánica velada que funciona como algo parecido a las máquinas tragaperras”, dice Moriana en un intento de descifrar que pasa por la mente de una persona cuando se dispone a abrir una de estas cajas sorpresa. Los que lo hacen, parecen sentir más posibilidades de triunfar en el juego que el resto.
“Llega cierto punto en que por más que quieras seguir avanzando no puedes. Esto crea una disparidad porque la única forma de conseguirlo es abrir sobres”, explica Sanmartín con respecto a las prácticas habituales de invertir dinero en estos objetos por parte de los gamers. Algo que está próximo a los juegos de azar, donde para conseguir buenas ganancias es necesario invertir. Algo que no es ilegal, al igual que los casinos no lo son. De hecho, si echamos un vistazo al sector veremos que el número de casinos legales en España y que también aporta fiabilidad es muy grande y va creciendo. Realmente una opción de entretenimiento como otra cualquiera.
El mal uso es el que tiene que tratar de corregirse, como en todo. Y en este sentido los países de la Unión Europea vienen limitando las cajas de recompensa y dándoles una fórmula legal encorsetada a través de la cual no generen efectos adversos a la diversión en el consumidor. Lo hemos visto en videojuegos como FIFA, Fortnite o Red Dead. Sus compañías se han ido adaptando a los nuevos cambios, si bien todavía hay ciertos recelos en cuanto a la forma en que los aplican. Informes como el de Sanmartín y Moriana pueden ayudar, junto con otros como el de GambleAware, arrojando también conclusiones similares.
El estudio inglés se asoció con las universidades de Wolverhampton y Plymouth para investigar sobre las lootboxes y ver si había algún tipo de conexión con los juegos de azar. La respuesta fue contundente, después de que sus investigadores tomaran en cuenta los datos recogidos en otros estudios anteriores que trataban de ahondar sobre la misma cuestión. El informe hablaba de que el 5% de los jugadores generan la mitad de los beneficios gracias a estas cajas y que al menos el 40% había abierto una de ellas en alguna ocasión.
La prevención como gran asesora
La saga FIFA lleva incluyendo en sus últimos años un formato que en el mundillo gamer podría denominarse como “pay to win”. Los usuarios que juegan online deben hacerse su propio equipo a través de jugadores que se obtienen de forma aleatoria en sobres. Sobres que se adquieren con monedas del juego y las monedas pueden conseguirse a través de micropagos con dinero real. Eso quiere decir que cuánto más dinero inviertas en esos sobres, más probabilidades tienes de hacer un mejor equipo. Ya que esta es la realidad del juego, EA Sports podría al menos avisar de ello en sus contenidos. Y eso es lo que ha implementado.
En los sobres que funcionan como lootboxes ha incluido porcentajes con las probabilidades de que salgan mejores o peores cartas. Y aparte da la posibilidad de previsualizar algunos de sus sobres, de forma que primero el jugador comprueba que tiene en su interior y después decide si los compra o no. Algo similar a lo que ha hecho Fortnite con sus cofres y lo que otros juegos están llevando a cabo. En realidad, están tratando de alejarse del concepto que más les une con los juegos de azar, pero tampoco pueden convertir su modo de juego en línea en algo demasiado previsible. Sería como pegarse un tiro en el pie.
En cualquier caso, hasta los propios investigadores afirman que todavía es demasiado pronto para que esta clase de informes se conviertan en una referencia a la hora de legislar y regular sobre videojuegos. Aseguran que no se ha estudiado lo suficiente como para dar una respuesta coral e inequívoca. Quizá estos juegos no deban pasar a ser considerados como juegos de azar o de casino como tal, como en algunas regiones se ha planteado, incluida España. Lo que sí hay que tener es prudencia y prevenir sobre este asunto. Streamers, youtubers, asociaciones como PEGI e incluso los mismos jugadores ya abogan por ello en la red.