Diez días han pasado desde que Ishgard abriera sus puertas por primera vez y, desde entonces, el bullicio no cesa. Eorzea entera es un ir y venir, casi sincronizado, de jugadores mientras el canal general del chat arde de actividad. Servidor -que es jugador antes que redactor-, termina una dungeon, desconecta, y se despide hasta mañana de sus habituales. En las siguientes horas, irremediablemente intempestivas, tiene la labor de explicar cómo Final Fantasy XIV se ha convertido en el mejor MMORPG del mercado.
Para entender tal afirmación, que a los descreídos pudiera parecer desmedida, sólo hay que situarnos el presente y mirar hacia pasado: Heavensward supone la primera expansión formal de Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, desde que Naoki Yoshida tomara las riendas de aquella maltrecha primera versión de 2010.
A día de hoy, el talento de Naoki Yoshida es meritoriamente incuestionable en la industria, pero en aquel diciembre de 2010 en el que Yoichi Wada -por aquel entonces, presidente de Square Enix- lo puso al mando de un barco que naufragaba hacia el abismo, no era más que un desconocido. Tres años después, en agosto del 2013, Yoshida lanzaba A Realm Reborn, un universo renacido, brillante, casi inabarcable.
Una muy arriesgada revisión que no sólo devolvía a Final Fantasy XIV a la vida -paradójicamente, como traído de vuelta por Phoenix-, sino que rendía a crítica y usuarios. Yoshida no había salvado al barco, lo había reconstruido desde el abismo.
A los seis meses, se anunciaba: A Realm Reborn ya era rentable para Square Enix, saneando incluso el déficit anterior. Pero no sorprendía porque, para aquel entonces, la maquinaría de este barco ya funcionaba imparable: cinco parches que, por contenido, casi sabían a expansiones; actualizaciones y adaptaciones de contenido bimensuales para evitar escollos, desusos o abandonos; broadcast mensuales –Letter from the Producer LIVE– en los que el equipo de desarrolladores respondían al feedback de la comunidad; todo ello, sustentado bajo un Soporte Técnico rápido, cercano, y eficiente.
Yoshida fue muy firme durante el desarrollo: puso a todo su equipo a jugar a World of Warcraft y Everquest, quería que se sintiesen usuarios antes que desarrolladores. No buscaba asesinar a un rey -un WoW-Killer-, ni rapiñar del descontento; quería su propio reino, su propio pueblo. Y, a día de hoy, es justo lo que tiene: un MMORPG distinto, heredero del pasado de oro de una saga, marcado por un mimo especial a la hora de hacer, y con una comunidad que abarrota cada conferencia y satura cada broadcast en Twitch.
Han pasado dos años, y el presente de Final Fantasy XIV es Heavensward. Quien por primera vez pisa Ishgard, lo hace entre la bruma y la esperanza; abrumado por la imponente ciudad, por sus alturas, por el incesante hormigueo de jugadores y por la inconmensurable cantidad de contenido; pero esperanzado ante lo que estar por vivir.
Sobre el papel, en la descripción de contenido, Heavensward es:
- Una nueva Main Scenario que, con una duración de 50 horas aproximadas, equipara la totalidad de A Realm Reborn.
- Ishgard, y sus continentes flotantes: nueve zonas a explorar, entre 50-100% más extensas que las conocidas en A Realm Reborn. Y que podremos recorrer por tierra y por aire, con la inclusión de monturas voladoras.
- Nuevos jobs –Dark Knight, Astrologian y Machinist– que comienzan su andadura desde Ishgard y partir de nivel 30.
- Ampliación de nivel máximo de 50 a 60, acompañado de cambios y mejoras en el sistema de batalla: nuevas skills, Limit Breaks únicos para cada clase, nuevo equipo dedicado, y nuevos Allagan Tomestones -Law y Esoteric-.
- Ampliación también del nivel de Gathering y Crafting bajo un nuevo sistemas: Specialist, Grip y Folklore.
- Ocho nuevas dungeons, raid de Alexander -Normal y Savage-, nuevos Trials, nuevos primals -Ravana y Bismarck-, Levequest high-level, FATEs high-level, nuevos hunts, nuevas zonas de Frontline para PVP, ampliación del Sightseeing Log, y novedades en el sistema de Loot.
- Implemento de una workshop para las Free Companies, que nos permite construir barcos voladores con los que emprender expendiciones, acompañados de nuestros compañeros.
- Y la adaptación a DirectX 11; con la sustancial mejora gráfica y de rendimiento que supone.
Pero Heavensward no es sólo eso: el argumento, es excepcional; la banda sonora, sobrecogedora; y el diseño de escenarios, apabullante. Desde el primer acorde de la “Dragonsong” de Nobuo Uematsu que nos abre a Ishgard, o desde el primer paso que inicia el primer vuelo, uno ya se da cuenta: Heavensward no sabe a expansión, sabe a juego completamente nuevo.
Y, aunque Yoshida -incansable e inquebrantable- guste poco de halagos, nos rendimos: es un genio que ha elevado a Final Fantasy XIV, desde el abismo hacia el cielo, hasta convertirlo -insisto, convencido- a día de hoy, en el mejor MMORPG. Y lo que está por llegar.
Bienvenidos a Ishgard, guerreros de la luz.
NOTA: 90
GRÁFICOS: 90
SONIDO: 100
JUGABILIDAD: 90
INNOVACIÓN: 80
Hace dos años, Naoki Yoshida sentó las bases de lo que un MMORPG debía ser; A Realm Reborn, sin perder esencia propia, era una Oda a la época dorada de la saga Final Fantasy -capítulos del 1 al 6-, una reverencia al fan clásico. Heavensward nos llega a día de hoy, no sólo como una extensión de ese sentido, sino como la culminación de una manera de hacer y pensar. Cada parte de Heavensward es brillante; su suma, es excepcional.
Y aun así, aun hay margen de mejora: afinamiento de las nuevas skills, necesario balance para las nuevas clases, mayor implemento del PVP, contenido aun pendiente de llegar, y mejora de los servidores EU. Pero, si durante dos años algo ha caracterizado a este juego, es el trabajo y el cuidado constante de sus desarrolladores.
Así que, aparcad de una vez la maniquea discusión sobre el idioma, y las reticencias sobre la cuota mensual -pocas veces en esta industria se ha justificado tan bien el pago-; quien no esté jugando a Final Fantasy XIV: Heavensward, se está perdiendo el MMORPG del momento.
Página oficial | Heavensward
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