RoboCop de Paul Verhoeven es una de esas películas de acción inolvidables de los años 80. Violencia desmesurada, frases míticas, efectos especiales espectaculares y una crítica social afilada contra el corporativismo. A lo largo de los años ha habido muchos intentos de revivir la saga —incluido un reinicio fallido en 2014—, pero ninguno ha captado del todo la esencia del original. Por eso RoboCop: Rogue City sorprende tanto: no solo es un shooter en primera persona sólido, sino que el estudio Teyon ha clavado por completo el estilo y el espíritu de la película como nadie antes. Es un buen juego, y sin duda la adaptación más fiel que ha tenido la franquicia.
La historia en sí no es nada del otro mundo: un villano con pinta de acabar cayendo desde la azotea de Nakatomi Plaza en Jungla de cristal está tramando algo, y hay que detenerlo. OCP sigue siendo una corporación malvada, y las bandas drogadictas dominan las calles. Si has visto alguna peli de acción clásica ambientada en una ciudad, ya sabes por dónde van los tiros.
RoboCop (es decir, lo que queda del agente Alex Murphy) sigue luchando con su conflicto interno entre hombre y máquina, esta vez con la ayuda de una terapeuta. Es el hilo narrativo más interesante, pero por desgracia solo se desarrolla en cinemáticas y opciones de diálogo. No tiene impacto real en la jugabilidad, lo cual es una pena. Podría haber sido mucho más potente si nos hubieran dejado vivir ese conflicto desde dentro.
Vivo o muerto, vienes conmigo
Dicho esto, tiene sentido: aquí lo importante es la acción. Rogue City va de arrasar a oleadas de criminales, pero también sabe qué hace especial a RoboCop. Es un tanque andante. Cada paso pesado, cada movimiento lento y firme, lo hace sentir imparable. Los enemigos —pandilleros, moteros, mercenarios— no están ni cerca de su nivel, y caminar entre disparos como si nada para desmembrarlos con la mítica Auto 9 es una gozada.
Es brutal, como debe ser.
Brazos y cabezas estallan como sandías a presión, los cuerpos salen volando, y los enemigos gritan por sus extremidades perdidas. Suelen aparecer muchos enemigos a la vez, y convertirlos en una nube roja es una constante muy divertida. No es para todos los públicos, pero es fiel al material original para adultos. Y en este caso, la violencia es tan exagerada y cómica que no resulta desagradable ni innecesaria.
También hay buena variedad de enemigos, incluyendo algunos que pueden hacerle daño a RoboCop, como francotiradores, tropas pesadas o el temible ED-209. Estos encuentros te obligan a ser más táctico y no lanzarte siempre de frente. Puedes recoger armas enemigas, lanzar barriles explosivos, motos… ¡e incluso a los propios matones! Es tan efectivo como divertido.
Los entornos destructibles también tienen su importancia. A veces solo son detalles visuales —monitores explotando, papeles volando, estructuras que se desmoronan—, pero otras veces influyen en la estrategia, como cuando destruyes la cobertura del enemigo. Los mejores momentos son los asaltos: puntos marcados donde Robo irrumpe atravesando una puerta o pared, activando una cámara lenta que te permite eliminar a varios enemigos antes de que reaccionen.
Fiel al original, en el mejor sentido
Este juego es tan fiel a la película que parece casi un proyecto hecho por fans —y eso es un cumplido. No hay apenas licencias creativas: todo está calcado del material original. RoboCop es idéntico al de los 80, con Peter Weller retomando su papel y su voz. Anne Lewis también aparece como su compañera, y se parece totalmente a la interpretación de Nancy Allen. Ya sea la comisaría de Detroit, las oficinas de OCP o las calles destrozadas, todo transmite el mismo ambiente de la película.
Y el estilo ochentero está cuidado al máximo. La música con sintetizadores encaja perfectamente, las bandas con crestas parecen sacadas de una cinta de VHS, hay monitores CRT en todas las oficinas, un HUD con líneas verdes, y los coches patrulla recuerdan a los antiguos Ford Taurus. Pequeños detalles —como las líneas de escaneado al apuntar o el resaltado de enemigos a través del humo— clavan el ambiente. Y la sátira sobre la brutalidad policial no se ha suavizado ni modernizado: sigue tan vigente como siempre.
En resumen: la nostalgia pega fuerte. Nos ha encantado.