Kingdom Come: Deliverance 2 – Análisis

Kingdom Come: Deliverance 2 – Análisis

A lo largo de los años, he lamentado la pérdida de aquella sensación de asombro que experimenté la primera vez que jugué a Skyrim. Sin embargo, Kingdom Come: Deliverance 2 ha llegado a lomos de un majestuoso corcel para devolverme esa emoción. Con un sistema de combate cuerpo a cuerpo basado en habilidades y una narrativa medieval digna de una superproducción de Hollywood, este título no solo es una secuela, sino también una consagración. Al igual que The Witcher 3 consolidó el legado de CD Projekt Red o Greedfall el de Spiders, esta entrega lleva las ideas del original a su máxima expresión. Si bien su ambicioso diseño no está exento de problemas técnicos y conflictos en sus objetivos de diseño, su grandeza es innegable.

La historia retoma los acontecimientos del primer Kingdom Come: Deliverance casi de inmediato, aunque no es estrictamente necesario haber jugado la entrega anterior. La trama principal es fácil de seguir, y las referencias se explican bien dentro del contexto. Henry, un humilde hijo de herrero convertido en guerrero, se ve envuelto en intrigas dinásticas y sangrientos conflictos, rodeado de un elenco de personajes complejos, entre ellos su impetuoso señor feudal y figuras históricas reales que realizan apariciones memorables.

Un mundo medieval vivo y detallado

El escenario más impresionante del juego es la ciudad de Kuttenberg, una recreación impresionante que podría considerarse una de las maravillas del mundo RPG moderno. Basada en la ciudad real que aún existe hoy en día, su diseño sigue fielmente la disposición de las calles históricas, lo que aporta un nivel de autenticidad sin precedentes. Explorarla resulta una experiencia enriquecedora, repleta de eventos urbanos dinámicos que incluyen disputas entre escuelas de esgrima y la persecución de un asesino en serie. Aunque algunos NPCs comparten voces o rostros, lo que puede resultar un tanto repetitivo, la magnitud y riqueza del entorno minimizan estas limitaciones.

Variedad y calidad en las misiones

El juego cuenta con alrededor de 100 misiones, y casi todas resultan memorables. Rara vez se limitan a simples encargos de eliminar bandidos o entregar paquetes, ya que incluyen giros argumentales, dilemas morales y decisiones significativas. Una de ellas, por ejemplo, transformó brevemente mi aventura en una auténtica película de terror, aunque su corta duración impidió que la tensión se asentara por completo. Sin embargo, la calidad de la narrativa y la variedad de objetivos hicieron que incluso tras 120 horas de juego no sintiera fatiga alguna.

Un conflicto entre narrativa y jugabilidad emergente

El juego oscila entre ser una experiencia narrativa lineal y un sandbox de mundo abierto, y esta dualidad no siempre funciona a la perfección. Un ejemplo claro es el campamento húngaro de Sigismundo. En mi partida, pasé horas preparándome para atacarlo y, cuando finalmente lo hice, eliminé a la mayoría de sus ocupantes. Sin embargo, más tarde se me pidió que me infiltrara en el campamento como espía, y el juego no reconoció en absoluto mis acciones previas. Esto generó una situación frustrante en la que debía interactuar con NPCs hostiles para activar las siguientes escenas, rompiendo la inmersión y penalizando mi reputación de forma ilógica.

Sistema de combate y mecánicas mejoradas

El combate táctico y basado en habilidades ha sido refinado respecto a la primera entrega, aunque en niveles avanzados los atributos del personaje pueden llegar a pesar más que la habilidad del jugador. No obstante, la esgrima se siente más fluida y variada, y el tiro con arco ha mejorado significativamente. Además, la nueva mecánica de herrería, aunque algo tosca, permite forjar armas propias, mientras que la alquimia se ha vuelto más intuitiva.

El sistema de ventajas también ha sido mejorado, ofreciendo elecciones significativas en cada nivel en lugar de simples mejoras marginales. Aunque ninguna misión alcanza la singularidad de la sección monacal del primer juego, la posibilidad de resolver situaciones con conocimientos académicos en lugar de la fuerza bruta aporta una capa adicional de profundidad.

Rendimiento y optimización

En términos técnicos, el juego está sorprendentemente bien optimizado. Funciona sin problemas en una RTX 3070 Ti con configuraciones altas en 4K, algo impresionante considerando que la primera entrega sigue presentando dificultades de rendimiento en hardware moderno. Aunque existen bugs, la mayoría son menores y no afectan la jugabilidad de manera significativa.

Veredicto

Kingdom Come: Deliverance 2 recoge la antorcha del RPG en primera persona reactivo que Bethesda abandonó en pos de una audiencia más amplia, y lo hace con un sistema de combate superior a cualquier entrega de The Elder Scrolls. Aunque en ocasiones su narrativa lineal entra en conflicto con la libertad del mundo abierto, la mayor parte del tiempo ambas facetas coexisten sin problemas, permitiendo al jugador sumergirse en sus numerosas aventuras secundarias hasta alcanzar un desenlace impactante y reflexivo. Perderme en su mundo fue un deleite, y su historia perdurará en mi memoria por mucho tiempo.

Soy un apasionado de los MMORPG. He jugado a casi todos los que han visto la luz. Al final, cambié muchas de las horas de vicio por compartir noticias y contenidos sobre este mundillo.

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