A todos nos ha pasado…
Sangre ajena recorre mis brazos, mi tembloroso y dolorido cuerpo todavía no se ha recuperado de las heridas sufridas, pero el fragor de la batalla se difumina a medida de que el sonido del viento se va apoderando de mis sentidos. Alzo la mirada y sólo contemplo los cuerpos de aquellos que por una vez, sólo por una vez, osaron enfrentarse a mí.
Muchos fueron los compañeros que dieron su vida por defender esta frontera y es a ellos a los que debemos la victoria, pues sin su sacrificio esto jamás habría sido posible. Cierro el puño y lo alzo en alto mientras mi vieja capa ondea majestuosamente a compás de la brisa.
Me noto observado, los sobrevivientes me miran asombrados pues nunca antes habían sentido una fuerza similar en otro hombre y sí… es el momento, sé que ha llegado la hora de mostrarles lo impresionantes son mis habilidades.
Sin pensarlo un segundo empiezo a correr, doy un salto para subirme a una caja, de la caja al marco inexistente de una gris ventana, de aquí a un cable casi invisible (este salto es complicado debo pulsar adelante e izquierda a medida que giro mi ratón para formar un preciso ángulo de 45 grados), doy una voltereta y llego al tejado de esa casa a la que nadie puede subirse.
Hasta este momento nadie había dicho ni una palabra, pero es efectuar estos movimientos y multitud de susurros llegan a mi chat preguntándome cómo se sube ahí… Es entonces cuando me levanto de mi silla, dejo el teclado y el ratón a un lado y pienso “Joder 350 horas de juego para conseguir el máximo nivel, los mejores objetos y alcanzar la posición más alta en el ranking PvP y la gente sólo me admira por dar un par de saltitos, bueno… que más dará”
Pongo mi personaje en modo /sit y me voy a cenar.
La verdad es que la mayor tontería es la que atrae la atención de la demás gente en un MMORPG.