Día 7 de los Doce días de Firefall, una iniciativa de Red 5 Estudios para dar a conocer más un poco de la historia de fondo de Firefall.
Las Guerras del Crystite:
El hallazgo del crystite no dio paso a un boom económico ni a la cooperación en un comercio internacional, sino a una apropiación de tierras militarizadas entre naciones, con el afán de controlar todo yacimiento de crystite en las regiones colindantes. A continuación un extracto del diario de un infante de marina de África Occidental de la empresa llamada Moussa Keita durante su tiempo luchando por la fractura de la Atlántida.
Aris Holden – Historiador
No estoy seguro de lo que espero de este escrito. Pero al menos ayuda a pasar el rato. Nunca pensé que me gustaría ser parte de algo así. Salimos del puerto en una nave que iba completo. Veinte hombres. Demonios, era más bien cinco hombres y quince chiquillos. Mi hermano ya había hecho varios viajes a la Atlántida. El me seguía contando como las aguas eran rojas por la sangre y las playas rompían los huesos contra la arena. Pensé que tan solo estaba intentando asustarme. Me equivoqué.
Aterrizamos en la costa oriental. Habíamos completado casi nuestras trincheras, y más adelante el campamento cuando nos atacaron. De la nada empearon a sonar morteros. Sólo podía oir los gritos y explosiones mientras veía morir abrasado a mi pelotón. Lo único que podíamos hacer era escondernos y esperar ser golpeados.
Me parecieron horas, pero poco después minutos después alguien me cogió e intentamos responder contra el enemigo que se aproximaba. Aun sigo sin acordarme quien me quien me recogió, pero todavía puedo recordar sus palabras «Dispara tu arma hasta que mueras, Keita!»
Eso es exactamente lo que hice.
Rondas de plasma y balas pasaban rozándome casi quemándome las orejas hasta que llegué al terraplén. Ni siquiera pude ver al enemigo. Yo sólo disparaba y recargaba sin parame a pensar. Al mismo tiempo esperaba a que una de esas balas se cruzara en mi camino, me golpeara y acabara con todo.
En el momento que llegué a la cima de la colina, estaba solo. Vi algo moverse por el rabillo del ojo. Fue un acto reflejo, me di la vuelta y disparé. Era un hombre viejo, de unos sesenta años. No sabría decir si era un neo-Dixie o un Euro. Alguno de mis disparos debió afectarle a la hidráulica, ya que su pierna se movía espasmódicamente. El tiro mortal pasó por encima de de su armadura golpeando su cuello.
Mientras yacía allí muriéndose, yo no podía ayudarle, tan solo me quede quieto mirando. Ambos nos miramos con la misma expresión, como diciendo ¿Qué diablos estamos haciendo aquí?
En el momento en el que el resto de los chicos llegó junto a mí, la batalla había terminado. Aseguramos la playa y despejamos el camino para dejar que las máquinas empezaran a recolectar el crystite. Me figuro que no enviaron mas naves con refuerzos una vez consiguieron lo que querían, esa maldita roca.
Fui el último en abandonar mi pelotón. El cuartel general me reasignó a uno nuevo, pero he escuché que estaban luchando contra los europeos en la parte norte de la isla y no estarán aquí hasta mañana. Yo solo quiero volver a casa.
Uno de los otros tipos ha dicho que él vio el Morningstar la otra noche. El dijo que estaba justo ahí encima de nosotros, esperando para lanzar un ataque. Yo no comparto ese pensamiento. Yo no vi nada allí arriba. Y si estaban allí arriba, ¿a qué demonios estaban esperando?
Dos días después, la Unión Europea lanzo un asalto masivo para recuperar la isla. Los marines estuvieron detrás mientras los trabajadores y el equipo iba siendo evacuado. Después de la batalla, Keita y los que quedaban de su regimiento de marines fueron declarados inmediatamente KIA. Una medalla en su honor fue enviada a su mujer y su hijo.